Orden DeMolay México

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jueves, 28 de enero de 2010

Un Templario


Cuántas veces hemos pensado “como quiero que las cosas sean distintas”, “ojalá alguien los pusiera en su lugar”, “el sistema es muy fuerte”, “así es la vida”, “las cosas no pueden cambiarse”, “si ni voy a poder”, “para qué”, “mejor a la próxima”, etc., etc., probablemente no lo hemos pensado, pero estoy seguro de que lo han escuchado, y de verdad que no son comentarios difíciles de oír, y no son difíciles porque a la mayoría de las personas tienen miedo a las burlas, la crítica o la muerte; pensar de distinta forma, y esto claro que es justificable, porque somos víctimas de grandes paradigmas, grandes mentiras, un gran monstruo que algunos llaman “el sistema”.

Escuchaba decir a una persona “no trates de cambiar el sistema porque no vas a poder, ve con el sistema y aprovéchate de él, y si puedes, pero sólo si puedes, ayuda”, esto a mi me llenó de tristeza, porque la mayoría no es capaz de ver más allá de su propia persona, aunque esto depende sólo de la concepción de cada quien.

Cuentan que dos prisioneros lograron asomarse por fuera de sus celdas, uno sólo vio lodo, el otro vio las estrellas. O aquélla historia donde dos individuos se quejaban, uno decía “yo he sido maldecido por los dioses porque soy el más alto de los enanos y no puedo tener una vida normal”, y el otro decía tristemente también: “y yo soy el más bajo de los gigantes, sufro mucho”, cuando realmente las dos personas, tenían la misma estatura; y este mundo actual pienso que es así, se ha perdido el sueño y la utopía, y hemos aprendido a ser víctimas, y esclavos del dinero y de las bajas pasiones.

Éste, para muchas personas es un mundo acabado, y nuestras vidas son secas y estériles, pero en la oscuridad más intensa, una luz brilla siempre con más fuerza, una fuerza capaz de mover montañas, una fuerza tan poderosa que solo puede provenir de nuestro Dios, y como las grandes cosas, requiere constancia y dedicación para que esta fuerza pueda ser bien utilizada, lo que me lleva a pensar: ¿Cuántas veces en la vida se tienen oportunidades tan fantásticas como el ser un joven DeMolay? Creo que no muchas, y los que hemos tenido la oportunidad realmente no hubiésemos podido evitar formar parte de un proyecto tan bien formulado con el fin de trabajar por el bien de la patria y de la humanidad.

¿Cuántas veces pensamos en aquel rincón preferido de la casa o la escuela, poder tener la oportunidad de cambiar de una forma espectacular el rumbo del país y por qué no, del mundo? Pues la gran verdad que me emociona comunicarles queridos hermanos, es que en este momento la tenemos, porque somos hombres libres y de buenas costumbres, en el contexto que nos corresponde como hijos y alumnos, por supuesto.

Somos inteligentes, moderados, honestos, con una gran amor por la humanidad, sin embargo, una abeja sola ante el sistema no es nada, así como una columna sola se romperá más fácilmente que 9, y es aquí donde entra la fraternidad, pues en el campo de batalla sabremos que a nuestro lado siempre estará un hermano dispuesto a dar la vida por nosotros si fuese necesario, esto y el bien de nuestro mundo es lo que nos une en una sola idea, y el hecho de llevar el nombre del Gran Maestro Jacques DeMolay nos compromete a adoptar los ideales del Templario, porque “Un Templario es un individuo que con actitud decidida y viril decide poner su voluntad al servicio de Dios con los medios a su alcance por la lucha para el cumplimiento de la Justicia”.

Todo caballero debe adoptar el versículo de Isaias 1:17, que cita: “aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”… pero no sólo es decirlo, éstas palabras se tienen que adoptar como parte de nuestras vidas, la verdadera raíz de un cambio real y provechoso para la humanidad radica inicialmente en ello y esto es una verdad.

En el cambio de cada uno de nosotros, es duro decirlo, pero aquél de nosotros que pretenda o diga pretender un cambio verdadero, no lo podrá lograr sin antes cambiar su persona a través del trabajo constante en la templanza, la prudencia, la fortaleza y la justicia, las 4 virtudes cardinales que nos acercan a Dios, con el intermediario hermoso de la esperanza, la caridad y la fe; aquél que no haga un cambio efectivo en su ser, perderá su tiempo, el cambio debe ser sincero, real, y como dijo el sabio “hasta la carrera de mil kilómetros debe comenzar con el primer paso”.

Sepan que nos han otorgado una maravillosa oportunidad, y la lealtad para con nuestros superiores es precisa, aunque por experiencia personal hay personas que por su grandiosidad generan en nosotros un lealtad natural y absoluta. Creo que al volvernos DeMolay’s, hemos ingresado a un circulo de caballeros, de misterios antiguos, de verdades absolutas, de magia y poder, y de verdad les digo que estos misterios nunca los conoceremos si no los sabemos buscar, y hoy les revelo, con toda humildad, pues no soy ningún maestro, el primer paso para ello: Hay una piedra en nuestros templos, una piedra en bruto, ustedes tienen un cincel y un martillo, pues son escultores de su piedra, es un piedra formidablemente dura y valiosa a la vez, es aquella que han llamado el mayor tesoro del universo.

Cada golpe deberá ser fuerte, preciso y previamente meditado, pues si se logra moldear, será aquella piedra capaz de transformar los metales en oro y dará la vida eterna a su poseedor. Cuando este trabajo concluya, usaremos una espada, Y “aquél que para entonces no tenga espada, venda su manto y cómprese una”. (Lucas, 22:36).

Mis hermanos, confió en que creceremos juntos, salvando las batallas que se nos presenten. ¡Cuidado con aquellos que se dicen maestros, cuyas palabras, pueden deslumbrarlos, pero no iluminarlos!

Su Hermano.

Abraham Gutiérrez Ruiz.

Oficial del Capítulo Hugo de Payns No 2.